jueves, 28 de agosto de 2008

Tarde o temprano, según se mire...


Y de pronto el timbre sonó.

-¿Estás ahí?-escuché-.¡Es la hora!

-Ya voy-contesté automáticamente.

-Ya es tarde. Abre la puerta.

Estaba harto.

Pensé en agarrar el martillo y hacerlo…

Con un poco de suerte podría, de un solo golpe, terminar

Con el incesante martirio.

Sería maravilloso.

No más controles…

No más urgencias…

¡No más cárcel!

Tarde o temprano todos se enterarían de lo que hice…

Tarde o temprano alguien se animaría a imitarme…

Y después, quizá otro…

Y otro…

Y muchos otros ganarían coraje.

Una reacción en cadena que permitiría terminar para siempre con la opresión.

Deshacernos definitivamente de ellos.

Deshacernos de ellos en todas sus formas…

Pronto me di cuenta de que mi sueño era imposible

Nuestra esclavitud parece ser, a la vez, nuestra única posibilidad…

Nosotros hemos creado a nuestros carceleros,

y, ahora, sin ellos, la sociedad no existiría.

Es necesario que lo admita…

¡Ya no sabríamos vivir si relojes!

Me he animado a transcribir una de las parábolas del libro Cuentos para pensar de Jorge Bucay, llamada Rebelión, y no por parecerme la mejor, sino por la enseñanza que puede proporcionar al quien se para a reflexionar sobre ella.

En cierta ocasión, alguien me dijo que las personas vivíamos continuamente deseando morir. Esto puede parecer absurdo en una primera lectura, pero ¿acaso, cuando somos niños, no deseamos hacernos mayores continuamente? ¿Cuándo estamos en la adolescencia, queremos con todas nuestras fuerzas llegar a adultos? Estamos deseando acabar el colegio para ir al instituto, dejar el instituto para ponernos a trabajar o ir a la Universidad, y cuando por fin eres adulto con trabajo, lo que se anhela con fuerza es la jubilación. ¿Vivimos para morir, entonces?

Y como en esta parábola de Jorge Bucay, el tiempo y los horarios, son los determinantes de nuestra existencia. Y por desgracia, o por suerte, nos vemos obligados a cumplirlos, casi tanto como a interactuar en sociedad. Es la tendencia del ser humano a sistematizarlo todo. Horario de trabajo, de clases, de comida, la consulta del médico, las citas con los compañeros… todo. A mi parecer, sería maravilloso poder vivir sin condicionantes pero probablemente más de uno pensaría que esta visión de la vida resulta infantil e irresponsable.

En cada uno está su reflexión, la mía está en vivir el presente, aprovechando el día y si es posible la noche, ya que la vida es demasiado breve como para andar desperdiciándola mirando el reloj.

No hay comentarios: